Desde los escombros del Jet Set (Parte 1)
La siguiente serie de artículos tiene como propósito explicar al público en general, de forma clara y accesible, las distintas hipótesis que se han planteado hasta ahora sobre las posibles causas —o combinaciones de causas— que habrían provocado el colapso del techo de la discoteca Jet Set, ocurrido en la madrugada del pasado 8 de abril en Santo Domingo.
Hasta el momento, han circulado varios informes preliminares
y entrevistas con expertos en distintas ramas de la ingeniería civil,
ofreciendo interpretaciones técnicas de lo sucedido. El objetivo de esta serie
es sintetizar esas explicaciones en un lenguaje comprensible para el público
más interesado en entender lo ocurrido: la sociedad en su conjunto.
Antes de entrar de lleno en el análisis técnico, es
fundamental que entendamos que buscar respuestas no se trata solo de esclarecer
un evento que ya pasó. Se trata, sobre todo, de generar conciencia sobre los
factores que pueden llevar al colapso de otras estructuras como la del Jet Set,
y de reflexionar sobre las graves consecuencias humanas, sociales y económicas
que esto conlleva.
Por un lado, la sociedad tiene un rol fundamental: exigir la
creación, actualización y cumplimiento riguroso de normativas que reduzcan al
mínimo el riesgo de que hechos como este se repitan. No es un secreto que en
nuestra cultura no solemos priorizar el mantenimiento de las infraestructuras
—ni públicas ni privadas—, y esa desatención genera un círculo vicioso. Al no
haber una demanda social clara por la conservación, nuestros líderes políticos
tienden a enfocar su atención (y nuestros recursos) en obras más visibles y
rentables desde el punto de vista electoral, dejando de lado aquellas tareas
menos vistosas, pero esenciales para la seguridad colectiva, y adecuado funcionamiento
de nuestras obras civiles.
Por otro lado, contar con una comprensión básica de cómo
funcionan las estructuras civiles y cuáles son las señales de alerta que pueden
indicar un deterioro importante, convierte a cada ciudadano en un observador
activo. Esto nos permite alertar a tiempo a los especialistas, ejercer presión
sobre las autoridades, y colaborar estratégicamente en la protección de nuestro
entorno. En este sentido, la seguridad estructural no es solo responsabilidad
de los ingenieros y de los gobiernos, sino también de todos nosotros, como
sociedad interesada.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadística, hacia el
año 1988 la zona urbana de Santo Domingo abarcaba aproximadamente 113
kilómetros cuadrados, donde residían más de un millón trescientas mil personas.
No parece exagerado suponer que, 37 años después, al menos
el 70 % de la infraestructura contenida en esa área aún permanece en uso, lo
que implicaría que más de novecientas mil personas interactúan o habitan
diariamente dentro estructuras envejecidas, muchas de ellas probablemente sin
recibir el mantenimiento adecuado desde hace décadas.
Este dato pone en evidencia que no es necesario esperar un
gran evento —como un sismo— para que el deterioro acumulado cause tragedias.
Las fallas estructurales pueden manifestarse en cualquier momento y con
consecuencias devastadoras. Por eso, se vuelve urgente actuar ya: generar
conciencia, promover políticas de prevención y asumir un compromiso colectivo
ante una tarea que, aunque parezca titánica, no puede seguir esperando.
No pretendo ser alarmista ni pintar escenarios catastróficos
ante un evento sísmico de gran magnitud, porque estoy convencido de que, a esta
altura, el lector ya comprende la gravedad y la escala del problema que
enfrentamos. Lo que sí es importante es que, con lo ocurrido, se nos ha
revelado una oportunidad para repensar como sociedad como gestionamos nuestras
obras civiles, y fortalecemos nuestra cultura de prevención.
Dicho esto, en los siguientes artículos entraremos en el
análisis técnico detallado de cada una de las causas posibles —o combinaciones
de causas— que podrían haber provocado el colapso del techo de la discoteca Jet
Set. Lo haremos de manera gradual, explicando cada elemento con claridad, para
que cualquier lector interesado pueda comprender lo esencial de lo que pasó y,
con suerte, contribuir desde su espacio a que no vuelva a ocurrir.
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