Desde los escombros del Jet Set (Fino sobre fino: cuando la solución empeora el problema; Parte 5)

Es muy probable que el colapso haya estado relacionado no solo con el deterioro progresivo del acero, como vimos en la entrega anterior, sino también con un fenómeno estructural conocido como deformación plástica. Este ocurre cuando un elemento estructural —como una viga pretensada— se deforma más allá de su punto elástico, es decir, hasta un punto en el que ya no puede recuperar su forma original, aun si se elimina la carga que provocó dicha deformación.

 

En este caso, hablamos específicamente de la fatiga acumulada en los cables de acero utilizados para tensar las vigas antes de ponerlas en servicio. Con el tiempo, y bajo cargas repetitivas, estos elementos pueden ir perdiendo su capacidad de respuesta, generando deformaciones permanentes.

 

Existe evidencia fotográfica que sugiere que, para enfrentar la acumulación de agua en ciertas zonas del techo —producto precisamente de esas deformaciones—, se aplicaron varias capas de mortero de nivelación, conocido popularmente como “fino”. En principio, esta solución no representa un problema. El conflicto surge cuando, pese a estas correcciones, el agua vuelve a acumularse, lo que delata nuevas deformaciones del techo.

 

Según algunas imágenes disponibles, este proceso se repitió al menos cinco veces. Lo que indica un ciclo vicioso: el techo se deformaba, se colocaba más mortero para nivelar, lo que añadía peso; ese peso adicional contribuía a nuevas deformaciones, y el ciclo se repetía.

 

Este aumento progresivo de la carga muerta (o permanente) es alarmante. Solo por concepto de capas sucesivas de mortero, estimo que pudieron haberse acumulado hasta 500 kg/m². Esta cifra más que triplica los valores de carga muerta permanente para finos que hoy en día se consideran razonables en cálculos estructurales en República Dominicana.

 

Pero el problema no era solo el peso. Cada capa de mortero era también evidencia de una filtración previa que o bien no se corregía o bien regresaba, lo que señala una estructura que presentaba problemas constantes de impermeabilidad. Y como es sabido, la filtración es una importante fuente de corrosión: el agua que penetra acelera la oxidación del acero, lo que a su vez debilita la estructura y potencia nuevas deformaciones. Este factor de oxidación se agrega al que habíamos mencionado en el capítulo anterior, cuando hablábamos sobre la incidencia que tiene sobre la oxidación de las varillas en estructuras que están relativamente próximas al mar.

 

A esto se suma un elemento que hasta ahora no habíamos mencionado: el incendio reportado en el Jet Set hace unos pocos años.

 

Aunque no entraremos en detalle sobre cómo las altas temperaturas afectan al concreto armado, conviene tener presente que un incendio medio —alrededor de 600 °C— puede hacer que el acero pierda hasta el 50 % de su resistencia. El propio hormigón también puede desarrollar microfisuras que reducen significativamente su resistencia a la compresión.

 

En defensa de quienes gestionaban el edificio, debe decirse que no hay evidencia pública de que el incendio haya sido de tal magnitud. Por tanto, es poco probable que, por sí solo, explicara los daños estructurales que aquí describimos. Sin embargo, en una investigación forense seria, esta variable no puede descartarse. El estudio de los escombros —testigos de hormigón y acero— deberá arrojar más luz sobre este episodio.

 

El certificado de los bomberos, tal como ha circulado en redes, no aporta detalles suficientes para establecer el grado de daño estructural que pudo haberse producido durante aquel incendio. Por eso, será fundamental analizar ese evento con herramientas más rigurosas que una simple constancia administrativa.

Comentarios

  1. Excelente explicación por algo le dicen el Dr Concreto, 5 capítulos sin desperdicio, esperamos más

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