El levantamiento de data en las Ciencias de las Remodelaciones

Las Ciencias de las Remodelaciones parten de un principio fundamental: todo proyecto de remodelación comienza con el levantamiento de datos. Esta información, que puede ser cualitativa o cuantitativa, constituye la base sobre la cual se interpreta la realidad existente y se construye un modelo que permita intervenirla de manera consciente y eficaz. Dividir el levantamiento en estas dos categorías no es un detalle metodológico, sino una forma de garantizar que la data recolectada —sea descriptiva o numérica— cumpla siempre con el mismo propósito: obtener, con la calidad y precisión necesarias, la información indispensable para representar fielmente lo que ocurre en el terreno y, a partir de ahí, elaborar una propuesta concreta para cada caso a remodelar.


En lo cuantitativo, aparece un concepto elemental pero crucial no solo en las remodelaciones, sino en toda la construcción: medir.


Medir es una de esas nociones que cualquiera comprende de manera intuitiva, pero cuya comprensión profunda de su definición exacta resulta fundamental para asentar muchos de los conceptos que sostienen a las Ciencias de las Remodelaciones. Medir cualquier magnitud no es otra cosa que comparar.


Quizás el ejemplo más fácil de visualizar es la longitud: sabemos que un objeto es el doble de largo que otro cuando debemos colocar el más pequeño dos veces junto al mayor para igualar su tamaño. Así, si queremos saber si una cortina encaja en el marco de una ventana, lo más simple sería llevar la cortina y comprobarlo directamente. Aunque trivial, este ejemplo ilustra con claridad qué significa medir.


El problema surge cuando no es posible comparar objetos de manera directa: porque no existe aún la cortina, o porque no se puede trasladar físicamente hasta el lugar. De allí nace la necesidad de unidades estandarizadas, que actúan como referencia universal y establecen un lenguaje común. Estas permiten comunicarnos con precisión incluso con personas que nunca han estado en el espacio a remodelar. Así, alguien mide el marco en metros, transmite los datos al fabricante, y este produce la cortina sin haber visto jamás la ventana.


Lo mismo ocurre con cualquier elemento fabricado a distancia: mobiliario, paneles, estructuras. Los arquitectos, de hecho, diseñan siempre tomando en cuenta medidas reales, que se traducen en planos y especificaciones.


Naturalmente, las medidas no se limitan a longitudes; más bien, a partir de ellas derivan magnitudes como área y volumen. Un metro cuadrado equivale al área de un cuadrado con lados de un metro, y cien metros cuadrados equivalen a esa figura repetida cien veces, aunque se deba fragmentar para ajustarse al espacio. De manera similar, el metro cúbico es la unidad de volumen en el sistema métrico. Estas magnitudes permiten calcular, por ejemplo, los litros de pintura para cubrir un área o los metros cúbicos de arena necesarios, para un área específica donde se va a colocar hormigón.


Sin embargo, los datos cuantitativos no se reducen al espacio físico. Otras variables —como luminosidad, radiación, humedad, temperatura, presión de agua, voltaje o amperaje eléctrico— también son medibles para diseñar una propuesta de remodelación eficaz. Algunas de estas mediciones pueden hacerse con herramientas comunes y un entrenamiento básico; otras requieren equipos sofisticados y especialistas en áreas específicas.


Ahora bien, no toda la información relevante es cuantificable. Existen también los levantamientos cualitativos, que recogen aspectos del estado de los espacios que aún no es posible medir de manera objetiva. La tendencia, no obstante, es avanzar hacia la cuantificación progresiva de estos factores, en la medida en que se desarrollen tecnologías y metodologías más precisas.


El tipo y nivel de detalle de los datos a recopilar dependerán siempre del alcance del proyecto. Aun así, en términos generales, conviene recolectar la mayor cantidad de información posible, siempre filtrada por un análisis costo-beneficio.


Finalmente, son los especialistas quienes procesan estos datos y, de la mano de arquitectos o coordinadores de proyecto, generan soluciones que respondan a los objetivos de la remodelación. Medir y registrar la realidad no son actos neutros: representan el primer ejercicio de transformación de un espacio. Cada medición y cada observación cualitativa son piezas de un lenguaje común que hace posible la ulterior coordinación de especialistas, imaginar soluciones y convertir proyectos en realidades. Por ello, el levantamiento de datos no solo constituye la base sólida sobre la cual se erige cualquier proyecto exitoso dentro de las Ciencias de las Remodelaciones, sino su acto fundacional: el punto de partida de toda posibilidad de remodelar con precisión, coherencia y acorde con la visión de los usuarios finales de esos espacios.

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